Cuando pienso en lo que escribiré, regresan muchos recuerdos a mi mente, pues hice la experiencia de mi peor profesora cuando tenía 5 años, estaba en primero de primaría, edad importante para un niño donde vive las primeras etapas de aprendizaje e inicia la experiencia con el colegio (al menos era así en mi época).
¿Qué hizo de esta profesora la peor en mi vida?
Sencillamente la falta de buen trato para cada una de sus estudiantes, pues durante sus lecciones, especialmente la de español nos gritaba constantemente por no saber las vocales y el abecedario. Hay que aclarar que yo era una niña tímida y consentida y que el paso de dejar la casa e ir al colegio no me era tan fácil a pesar de que mi profesora de kínder me había ayudado mucho, así que ella al ver que no respondía de inmediato a sus preguntas, me mandaba sentar y le decía al resto de mis compañeritas que no sabía nada y me comparaba siempre a su estudiante estrella, naturalmente esto genero en mí un pánico grandísimo y una desconfianza cada vez que llegaba la hora de español.
Lo peor fue cuando por mi dificultad en la asignatura ella propuso a mis padres un refuerzo personalizado y claro los padres que quieren siempre lo mejor para sus hijos aceptan. Así que después de una jornada escolar yo me quedaba con la profesora unas dos horas más, ella me ponía largas planas de la M y de MA, ME… cuando terminaba de dejarme sus planas se iba y me dejaba ahí, en ese inmenso colegio sola, después regresaba a corregir pero no muy dulcemente, finalmente llegaban por mí. Yo me preguntaba si eso servía a algo, pues mi mamá también me podría poner las planas en casa.
Naturalmente esto genero en mi una indisposición para aprender español, me creo la idea que no sería nunca buena para escribir ni leer, solo gracias a la ayuda de excelentes profesoras de segundo y tercero pude poco a poco amar el estudio e ir superando estos miedos.
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